El Monasterio de la Encarnación se funda en 1478 en el interior de la ciudad amurallada, siendo a principios del S.XVI cuando el convento carmelita se traslada a las afueras de la ciudad, construyéndose el monasterio sobre unos terrenos adquiridos al Cabildo y que, anteriormente, había sido el cementerio judío.

El 4 de abril de 1515, día en que la Santa fue bautizada, se inaugura, aún sin concluir, el monasterio, configurado con cuatro naves que cierran un patio central, con claustro de dos plantas. A finales del S.XVI, la celda que ocupó Teresa de Jesús se destina a oratorio, ideándose construir una capilla, la cual no quedará inaugurada hasta 1717. La configuración actual de la capilla de la Transverberación es a base de cuatro arcos torales y cúpula de media naranja.

Camino de Santa Teresa de Jesús. Ávila

En el XVIII se transformó el interior de la primitiva iglesia dentro de una estética barroca. La planta es de cruz latina, con una sola nave cubierta con bóveda de cañón y cúpula con pechinas y linterna. Altares y retablos pertenecen también al gusto barroco. En la fachada meridional del monasterio destaca la gran espadaña, obra de 1715.

Este Monasterio es uno de los lugares esenciales de la vida de Teresa de Ávila, donde permaneció casi ininterrumpidamente desde 1535 hasta 1574. Cuando Teresa de Cepeda, sin permiso paterno, ingresa en la Orden del Carmen, el monasterio era uno de los más poblados de la ciudad. Contaba con un número muy elevado de bienes, y al igual que en otros muchos, la vida de convento no era rigurosa, existiendo diferencias sociales muy acusadas entre las monjas. En La Encarnación recibe los consejos de Francisco de Borja, de Juan de la Cruz y de Pedro de Alcántara, y desde aquí se preparará la Reforma del Carmelo.

El Convento alberga un museo teresiano. Una de las obras más sobresalientes es un dibujo realizado por Juan de la Cruz que representa a Cristo en la Cruz.

Fue declarado Monumento Nacional en 1983.

Primera fundación de un convento de carmelitas descalzos, realizada por Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.

Fray Juan se dirigió a Duruelo donde habían regalado una casa a la madre. En realidad, más que una casa, era un barracón desvencijado, donde los segadores se recogían durante los tiempos de las cosechas. De hecho, cuando ella lo visitó el verano anterior, a sus acompañantes les pareció una locura hacer allí un convento y no se atrevieron a dormir en ella, por la gran suciedad, tal como cuenta ella misma: «Como el lugar es poco nombrado, no se hallaba mucha relación de él. Así anduvimos aquel día con harto trabajo, porque hacía muy recio sol. Cuando pensábamos estábamos cerca, había otro tanto que andar […]. Como entramos en la casa, estaba de tal suerte, que no nos atrevimos a quedar allí aquella noche por causa de la demasiada poca limpieza que tenía y mucha gente del agosto [se refiere a las pulgas que llenaban el local]. Tenía un portal razonable y una cámara doblada con su desván, y una cocinilla. Este edificio todo tenía nuestro monasterio. Yo consideré que en el portal se podía hacer iglesia y en el desván coro, que venía bien, y dormir en la cámara. Mi compañera, aunque era harto mejor que yo y muy amiga de penitencia, no podía sufrir que yo pensase hacer allí monasterio, y así me dijo: “cierto, madre, que no haya espíritu, por bueno que sea, que lo pueda sufrir. Vos no tratéis de esto”. El padre que iba conmigo, aunque le pareció lo que a mi compañera, como le dije mis intentos, no me contradijo. Nos fuimos a tener la noche en la iglesia, que para el cansancio grande que llevábamos no quisiéramos tenerla en vela» (F 13,2-3).

Camino de Santa Teresa de Jesús. Ávila

Los padres Antonio y Juan estaban tan ilusionados por empezar el proyecto que les presentó la Santa, que aceptaron el lugar. Ella les aseguró que sería algo temporal, mientras encontraban mejor acomodo. Durante dos meses, con la ayuda de su madre, su hermano y su cuñada, fray Juan adaptó la alquería para convento. Cuando los trabajos estuvieron terminados se le unieron el P. Antonio y otros dos compañeros. El nuevo convento se inauguró el 28 de noviembre de 1568, primer domingo de Adviento, con una ceremonia presidida por el provincial de Castilla, en cuyas manos profesaron los religiosos su deseo de vivir «según la Regla primitiva». Juan de san Matías cambió su nombre por el de Juan de la Cruz.

En Duruelo comienza una nueva familia religiosa, aunque brota del tronco del Carmelo, del que conserva sus valores esenciales, enriquecidos por la experiencia y las intuiciones de santa Teresa y de los primeros que se unieron a su proyecto. Conscientes de ello, a la Regla preexistente unieron unas Constituciones (que los padres Antonio de Jesús y Juan de la Cruz adaptan de las que Teresa de Jesús había escrito para sus monjas).

Esta nueva realidad que surge en la Iglesia tiene unos valores específicos e incluso una estética propia. No se trata de la arquitectura solemne de la cartuja, a la que fray Juan quería marchar, sino algo muy parecido a la casa de Fontiveros, donde creció. Como había sucedido cuando santa Teresa fundó el monasterio de san José de Ávila, se trataba de un edificio preexistente, transformado en convento. En un lugar de pocos vecinos, pero en medio de las casas donde ellos vivían. De hecho, santa Teresa fundó todos sus monasterios en centros urbanos, con el deseo de que fueran puntos de referencia para la población local, que había de encontrar cercanas a sus monjas. Y lo mismo quería para sus frailes, aunque aceptaba empezar en un lugar tan apartado, con la idea de trasladarse a la ciudad en cuanto fuera posible.

Los edificios carmelitanos debían estar construidos con materiales pobres, sin grandes pretensiones arquitectónicas y sin que consumieran demasiadas energías en su mantenimiento. No hacía falta que desafiaran el tiempo con el uso del mármol, de la piedra y del bronce. «Que hagan poco ruido cuando se caigan», escribió la Santa. Muros encalados, espacios bien iluminados, pequeños claustrillos, en torno a los cuales se desarrollase la vida conventual, iglesias sencillas y acogedoras (lugares de oración antes que museos), y –eso sí que nunca debía faltar– huerta y jardín con algunas ermitillas para descanso y desahogo. El tipo de arquitectura influye más de lo que creemos en la vida de sus moradores. La de Duruelo invitaba a una vida sencilla, no alejada de la gente ordinaria, centrada en lo esencial. Año y medio después, en 1570, la fundación se trasladó a Mancera, un pueblo algo más grande y con mejores posibilidades. Algunos años más tarde se establecieron en Ávila.

La presencia del convento de Carmelitas en Mancera de Abajo, se remonta al año 1.570, en el que San Juan de la Cruz, junto con Fray Antonio de Jesús y varios frailes y novicios mas, trasladaron el monasterio que dos años antes fundaran en Duruelo con la ayuda de Santa Teresa.

Luis Álvarez de Toledo, IV Señor de Mancera, entabló amistad con Fray Antonio de Heredia y le propuso el traslado del monasterio de Carmelitas Descalzos desde Duruelo a Mancera. Teresa de Jesús y Juan de la Cruz accedieron a este cambio e instalaron la clausura en Mancera el 11 de junio de 1570. Santa Teresa de Jesús pasó también por Mancera, en su viaje a la fundación de Salamanca en 1570, e hizo noche en la casa del Señor de Bracamonte.

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Teresa de Jesús, en su libro Fundaciones, habla de cómo Luis Álvarez de Toledo les proporcionó todo lo necesario para su creación. El 22 de Agosto de 1586, el cuerpo de Teresa de Jesús, en su traslado Ávila- Alba, descansa en el convento y se le atribuyen tres milagros: la curación de Fray Antonio de Santa María, que tenía unas fiebres muy altas, la curación de una vecina, ¿endemoniada?, que con la reliquia saca su mal y la curación de Juana Pacheco de Mendoza, Condesa de Peñaranda, enferma de garganta quien sana con un trozo de tela de la camisa de Teresa. Los carmelitas permanecieron aquí hasta el año 1600, cuando se trasladaron a Ávila.

Entre los años 1.605 y 1.610 se establecen en dicho convento los frailes de San Francisco de Paula, conocidos como los Mínimos, y llamaron a su convento Monasterio de Nuestra Señora de la Asunción de Mínimos, y permanecen en él hasta la desamortización de Mendizabal, el año 1.833.

Con la marcha de los Mínimos el convento queda abandonado, hasta el año 1.943, en que Santa Maravillas de Jesús lo reconstruye. En la actualidad, en el convento viven unas 20 religiosas dedicadas a la vida contemplativa.

La fundación de un convento en Fontiveros, patria natal de San Juan de la Cruz, es más bien un hecho tardío al que se llega después de varias iniciativas que precedieron al establecimiento canónico de una casa en toda regla: una capilla conmemorativa, atendida por los religiosos del vecino convento de Duruelo (Ávila); un hospicio, aquel grado de fundación menos exigente en cuanto al personal y obligaciones; un convento en toda regla después de haber construido el edificio conveniente para albergarlo.

En realidad fue la canonización del Santo (1726) el motivo que más impulsó a los Superiores a decidirse por esta fundación. Dicho convento, adscrito a la provincia carmelitana de Castilla la Vieja, participa de forma regular cada tres años en los Capítulos provinciales y subsiste hasta el 1835, fecha en que fue suprimido por el Gobierno mediante una ley general de exclaustración Tuvo una existencia, por tanto más bien breve. Todo el edificio (iglesia y convento), ejemplar de la última arquitectura carmelitana del siglo XVIII junto con los conventos de Alba de Tormes (Salamanca) y Padrón (Galicia), subsiste aún en nuestros días y tiene diversos cometidos civiles excepto la iglesia conventual que es todavía lugar de culto sanjuanista adscrito a la parroquia local.

Camino de Santa Teresa de Jesús. Ávila
Camino de Santa Teresa de Jesús. Ávila

A tenor de lo que cuenta un documento fechado en 1724, hacia el año 1625, fray Francisco Martínez de Seijas, morador del hospicio de su Orden en Fontiveros y devoto del Santo, el cual se las ofreció a la Orden, un detalle éste confirmado por otra fuente: las actas del Capitulo provincial de Castilla la Vieja, celebrado en Ávila, abril de 1634; después de la beatificación del Santo (1675) se construyó una ermita en estas casas dedicadas al Santo entre los años 1679-1680, a cuyo cuidado y servicio del culto quedó encargado el convento de Duruelo, el cual siempre asistía a la fiesta anual de diciembre; el lugar sanjuanista por tanto, está bajo la tutela del convento de Duruelo entre los años 1680-1721, pero atendido directamente por dos mueres devotas de Fontiveros; para ayuda del culto se gozaba de una buena limosna de la Duquesa de Aveiro, madre de la Duquesa de Alba; nos trasmite las inscripciones primitivas de la pila bautismal y sepulcro de Gonzalo de Yepes, dentro de la iglesia parroquial; también otra inscripción existente a la puerta de la capilla del Santo deja entender que antes de la construcción del moderno edificio, la Orden podía contar en Fontiveros con estas propiedades seguidas o terrenos juntos para llevar a cabo su propósito: la antigua ermita de finales del siglo XVII dedicada al Santo, una plazuela delante de ella, 3 casas que diversos devotos habían donado en vistas de una futura edificación más amplia y 2 tierras también fruto de donaciones al Santo; – por último, ofrece una descripción muy detallada del nuevo edificio de convento e iglesia, cuya primera piedra había sido puesta el 30 de junio de 1721; pero no menciona en concreto los nombres de los arquitectos de la Orden que intervinieron en su traza y construcción.

En el año 1679 se terminó la edificación ( que tuvo un coste de 12.000 ducados). Es de típica estructura barroca con cabecera plana, crucero y una nave con capillas en el primer plano y coro alto a los pies. Es una copia en miniatura de la Iglesia de Sta. Teresa y el convento de S. José de Ávila.

Para esta capilla se costeó un retablo (que hoy persiste) en cuyo sitio principal se colocó la imagen del Santo representado como Doctor Místico con libro y pluma; inclinada la cabeza, con la mirada abstraída y clavada en las alturas de donde recibe la inspiración. Enseña un pie desnudo con la sandalia muy abierta de los descalzaos y viste el hábito pardo y la capa blanca corta de la reforma. Las calles laterales y el ático del retablo contienen varios lienzos, al parecer del mismo autor. En la izquierda aparece la Virgen con niño entregando el escapulario a S. Simón Stock, y a S. José sacando de la laguna al niño Juan cuando cayó en ella. A la derecha, la Virgen con Niño imponiendo la casulla a S. Ildefonso , y la Virgen sosteniendo a Juan en el milagro de la Charca de los Arenales cuando cayó en ella. En el ático S. Juan en éxtasis en el momento en el que Cristo le pregunta «¿Qué quieres por tus desvelos hacia mí? y Juan contesta «Padecer y ser despreciado por vos». A los lados los profetas Elías y Eliseo. Todas de segunda mitad del siglo XVII.

A la derecha y a la izquierda dos retablos dedicados a la Virgen del Carmen y Santa Teresa, de la misma época y escultor. En la capilla de la Izquierda un retablo con una imagen dolorosa, con dos pinturas de la aparición de S. Pedro de Alcántara a Santa Teresa y ésta con S. Juan en éxtasis ante la Trinidad. En la capilla de la derecha un retablo dedicado a S. José, con esculturas de S. Joaquín y Santa Ana y San Juan Bautista (S. XVIII).

Dos cuadros de Santa Teresa, el más antiguo (XVII) y San Juan (XVIII) sentados escribiendo bajo la inspiración del Espíritu Santo. En el Oratorio de los frailes dos esculturas de Elías y Eliseo (XVIII) y un san Juan (situado ahora en la sacristía) destinada antes de la imagen principal del retablo mayor a este convento.

Cerca la canonización, la pequeña ermita fue ampliada y se construyó el convento anexo, víctima de la exclaustración de 1835 y que después de haber sido casa-cuartel de la Guardia Civil, hoy alberca el IESO San Juan de la Cruz.

El 1571 Santa Teresa de Jesús fundó su octavo convento de Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo u Orden de las Carmelitas, sitio en donde falleció el 4 de octubre de 1582 y en cuyo retablo mayor se exponen a la veneración de los peregrinos su cuerpo incorrupto.

Convento de Madres Carmelitas de la Anunciación. Sepulcro de Santa Teresa de Jesús. Museo Carmelitano: Teresa de Cepeda, la futura santa Teresa impulsó entre 1562 y 1582 una profunda reforma del Carmelo creando 16 conventos de monjas (17 si tenemos en cuenta el frustrado de Pastrana) y dos de frailes, y propiciando carmelos en los que las monjas se volcasen en la oración, fuesen cultas, e iguales entre sí. A mitad de camino en número y años del peregrinar fundando de una santa definida como inquieta y andariega, está la fundación en 1571 del octavo de sus carmelos, en el que se conservan en el retablo mayor el sepulcro, brazo y corazón de Teresa que aquí murió el 4 de octubre de 1582.

Camino de Santa Teresa de Jesús. Ávila
Camino de Santa Teresa de Jesús. Ávila

Impulsaron la fundación como patronos Francisco Vázquez y Teresa de Laíz, el primero cristiano nuevo y receptor en la Universidad de Salamanca, la segunda, mujer de peculiar carácter que al no tener hijos empujó al contador y a su propia familia (los Aponte) a fundar este convento. Juana de Ahumada (hermana menor de la Santa) y su marido Juan de Ovalle, que vivían en la villa, mediaron en la fundación.

La misma Teresa indica: «Púsose el Santísimo Sacramento e hízose la fundación día de la conversión de san Pablo, año de 1571, para gloria y honra de Dios, adonde –a mi parecer– es su Majestad muy servido. Plega a él lo lleve siempre adelante». Antes, el 3 de diciembre de 1570 se otorga la Escritura de Fundación estableciendo que los fundadores darán las casas en las que viven, y otras. Más diversas donaciones y juros, y harán “la capilla e altares della e cuerpo de Yglesia a su costa”.

Una tradición albense sitúa a Teresa en Alba en enero de 1571, supervisando las obras conventuales a las que Juan de la Cruz ayudaba con sus manos como albañil, con la oración y confesando a las monjas. Construyó a la vez el convento material y el espiritual, poco más de un siglo después se levantó frente al de monjas el convento de frailes, el primero dedicado a Juan de la Cruz.

La casa e iglesia de Alba testimonian que santa Teresa partía de premisas claras que postulaban una arquitectura a la que cuadraban por igual los adjetivos de austera y esencial. Y su templo tiene dos partes claramente diferenciadas:

La primitiva hecha entre 1571 y 1582, interiormente llegaba hasta el actual púlpito e incluye nave y anterior capilla mayor. La actual nave es alargada y tiene armadura de madera atirantada, más una primitiva capilla mayor cuadrada, que cubre con bóveda nervada con combados y claves ornadas que señalan es obra trazada por Rodrigo Gil de Hontañón.

Sacristía, crucero, cúpula y presbiterio, con sus correspondientes retablos, más dos camarines (alto y bajo), producto de una ampliación barroca hecha entre 1670 y 1680. Tras la muerte de Santa Teresa, la iglesia -proyectada como panteón del matrimonio fundador- se transformó de facto en su panteón y su sepulcro pasó a ser motor de las reformas del templo. Con la canonización de 1622, el culto aumentó considerablemente, resultando la pequeña iglesia insuficiente para acoger a los peregrinos y finalmente se hizo necesario, tras desmontar la anterior capilla mayor y romper el muro del testero de la cabecera antigua, agrandar el templo, lo que se hizo con la ayuda del Felipe IV y su esposa, María de Austria, y por ello esa zona se ha llamado “la Obra Real”. El proyectista fue el carmelita Juan de San José (autor de las trazas del convento de Carmelitas de Peñaranda, 1667).

Para el cuerpo de la Santa se reservó en el nuevo retablo mayor el lugar principal sobre el tabernáculo y como transparente y en el cuerpo bajo, tras dos puertas abiertas a ambos lados del altar, se exponían el brazo y el corazón de santa Teresa. El retablo es uno de los más singulares ejemplares de nuestra retablística, y permitía que las monjas venerasen directamente cuerpo, brazo y corazón desde los dos camarines superpuestos (hoy el brazo y el corazón están juntos y pueden verse de una forma privilegiada desde el camarín alto). Como acercamiento a la figura de la Santa y al rico patrimonio artístico del convento se ha abierto en junio de 2014 un MUSEO CARMELITANO: TERESA DE JESÚS EN ALBA DE TORMES, que tiene tres ámbitos. En primer lugar una Sala de santa Teresa, que recoge obras de contenido espiritual e incluye la celda donde murió, en la que quedó instalada cuando llegó gravemente enferma el 20 de septiembre de 1582. Otro ámbito del Museo está en los dos citados camarines y salas anexas, y un último espacio en un contiguo edificio de tres plantas que recoge pintura, escultura, orfebrería y ornamentos, estandartes y otros objetas de la vida conventual.

Basílica de Santa Teresa: (siglo XIX): Sobre la huerta conventual y algunas casas del pueblo, con el impulso del obispo Tomás Cámara, el 1 de mayo de 1898 se puso la primera piedra de una Basílica Teresiana que proyectó uno de los más destacados representantes del historicismo arquitectónico decimonónico español, Enrique Mª de Repullés y Vargas. Un templo neogótico, con cripta y planta de tres naves, más dos de capillas, crucero con hastiales poligonales, profunda cabecera con girola y una capilla anexa al modo de la burgalesa del Condestable, que confundía su planta baja con la de la girola. Remataba el edificio proyectado un descomunal cimborrio rodeado de cuatro torres, a las que debían sumarse las dos de fachada entre las que se disponía un pórtico doble. Las obras, tras la muerte del obispo Cámara en 1904, fueron a un ritmo muy lento y se pararon en diciembre de 2014, reanudándose entre 1927-1932, en el episcopado de Frutos Valiente. Después volvieron a interrumpirse y entre 2007 y 2010 se retomaron cerrando el presbiterio y la capilla absidal con un proyecto de Ricardo Pérez Rodríguez-Navas que se aleja del de Repullés y Vargas.

+ Ávila. Monasterio de la Encarnación

El Monasterio de la Encarnación se funda en 1478 en el interior de la ciudad amurallada, siendo a principios del S.XVI cuando el convento carmelita se traslada a las afueras de la ciudad, construyéndose el monasterio sobre unos terrenos adquiridos al Cabildo y que, anteriormente, había sido el cementerio judío.

El 4 de abril de 1515, día en que la Santa fue bautizada, se inaugura, aún sin concluir, el monasterio, configurado con cuatro naves que cierran un patio central, con claustro de dos plantas. A finales del S.XVI, la celda que ocupó Teresa de Jesús se destina a oratorio, ideándose construir una capilla, la cual no quedará inaugurada hasta 1717. La configuración actual de la capilla de la Transverberación es a base de cuatro arcos torales y cúpula de media naranja.

Camino de Santa Teresa de Jesús. Ávila

En el XVIII se transformó el interior de la primitiva iglesia dentro de una estética barroca. La planta es de cruz latina, con una sola nave cubierta con bóveda de cañón y cúpula con pechinas y linterna. Altares y retablos pertenecen también al gusto barroco. En la fachada meridional del monasterio destaca la gran espadaña, obra de 1715.

Este Monasterio es uno de los lugares esenciales de la vida de Teresa de Ávila, donde permaneció casi ininterrumpidamente desde 1535 hasta 1574. Cuando Teresa de Cepeda, sin permiso paterno, ingresa en la Orden del Carmen, el monasterio era uno de los más poblados de la ciudad. Contaba con un número muy elevado de bienes, y al igual que en otros muchos, la vida de convento no era rigurosa, existiendo diferencias sociales muy acusadas entre las monjas. En La Encarnación recibe los consejos de Francisco de Borja, de Juan de la Cruz y de Pedro de Alcántara, y desde aquí se preparará la Reforma del Carmelo.

El Convento alberga un museo teresiano. Una de las obras más sobresalientes es un dibujo realizado por Juan de la Cruz que representa a Cristo en la Cruz.

Fue declarado Monumento Nacional en 1983.

+ Duruelo

Primera fundación de un convento de carmelitas descalzos, realizada por Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.

Fray Juan se dirigió a Duruelo donde habían regalado una casa a la madre. En realidad, más que una casa, era un barracón desvencijado, donde los segadores se recogían durante los tiempos de las cosechas. De hecho, cuando ella lo visitó el verano anterior, a sus acompañantes les pareció una locura hacer allí un convento y no se atrevieron a dormir en ella, por la gran suciedad, tal como cuenta ella misma: «Como el lugar es poco nombrado, no se hallaba mucha relación de él. Así anduvimos aquel día con harto trabajo, porque hacía muy recio sol. Cuando pensábamos estábamos cerca, había otro tanto que andar […]. Como entramos en la casa, estaba de tal suerte, que no nos atrevimos a quedar allí aquella noche por causa de la demasiada poca limpieza que tenía y mucha gente del agosto [se refiere a las pulgas que llenaban el local]. Tenía un portal razonable y una cámara doblada con su desván, y una cocinilla. Este edificio todo tenía nuestro monasterio. Yo consideré que en el portal se podía hacer iglesia y en el desván coro, que venía bien, y dormir en la cámara. Mi compañera, aunque era harto mejor que yo y muy amiga de penitencia, no podía sufrir que yo pensase hacer allí monasterio, y así me dijo: “cierto, madre, que no haya espíritu, por bueno que sea, que lo pueda sufrir. Vos no tratéis de esto”. El padre que iba conmigo, aunque le pareció lo que a mi compañera, como le dije mis intentos, no me contradijo. Nos fuimos a tener la noche en la iglesia, que para el cansancio grande que llevábamos no quisiéramos tenerla en vela» (F 13,2-3).

Camino de Santa Teresa de Jesús. Ávila

Los padres Antonio y Juan estaban tan ilusionados por empezar el proyecto que les presentó la Santa, que aceptaron el lugar. Ella les aseguró que sería algo temporal, mientras encontraban mejor acomodo. Durante dos meses, con la ayuda de su madre, su hermano y su cuñada, fray Juan adaptó la alquería para convento. Cuando los trabajos estuvieron terminados se le unieron el P. Antonio y otros dos compañeros. El nuevo convento se inauguró el 28 de noviembre de 1568, primer domingo de Adviento, con una ceremonia presidida por el provincial de Castilla, en cuyas manos profesaron los religiosos su deseo de vivir «según la Regla primitiva». Juan de san Matías cambió su nombre por el de Juan de la Cruz.

En Duruelo comienza una nueva familia religiosa, aunque brota del tronco del Carmelo, del que conserva sus valores esenciales, enriquecidos por la experiencia y las intuiciones de santa Teresa y de los primeros que se unieron a su proyecto. Conscientes de ello, a la Regla preexistente unieron unas Constituciones (que los padres Antonio de Jesús y Juan de la Cruz adaptan de las que Teresa de Jesús había escrito para sus monjas).

Esta nueva realidad que surge en la Iglesia tiene unos valores específicos e incluso una estética propia. No se trata de la arquitectura solemne de la cartuja, a la que fray Juan quería marchar, sino algo muy parecido a la casa de Fontiveros, donde creció. Como había sucedido cuando santa Teresa fundó el monasterio de san José de Ávila, se trataba de un edificio preexistente, transformado en convento. En un lugar de pocos vecinos, pero en medio de las casas donde ellos vivían. De hecho, santa Teresa fundó todos sus monasterios en centros urbanos, con el deseo de que fueran puntos de referencia para la población local, que había de encontrar cercanas a sus monjas. Y lo mismo quería para sus frailes, aunque aceptaba empezar en un lugar tan apartado, con la idea de trasladarse a la ciudad en cuanto fuera posible.

Los edificios carmelitanos debían estar construidos con materiales pobres, sin grandes pretensiones arquitectónicas y sin que consumieran demasiadas energías en su mantenimiento. No hacía falta que desafiaran el tiempo con el uso del mármol, de la piedra y del bronce. «Que hagan poco ruido cuando se caigan», escribió la Santa. Muros encalados, espacios bien iluminados, pequeños claustrillos, en torno a los cuales se desarrollase la vida conventual, iglesias sencillas y acogedoras (lugares de oración antes que museos), y –eso sí que nunca debía faltar– huerta y jardín con algunas ermitillas para descanso y desahogo. El tipo de arquitectura influye más de lo que creemos en la vida de sus moradores. La de Duruelo invitaba a una vida sencilla, no alejada de la gente ordinaria, centrada en lo esencial. Año y medio después, en 1570, la fundación se trasladó a Mancera, un pueblo algo más grande y con mejores posibilidades. Algunos años más tarde se establecieron en Ávila.

+ Mancera de Abajo

La presencia del convento de Carmelitas en Mancera de Abajo, se remonta al año 1.570, en el que San Juan de la Cruz, junto con Fray Antonio de Jesús y varios frailes y novicios mas, trasladaron el monasterio que dos años antes fundaran en Duruelo con la ayuda de Santa Teresa.

Luis Álvarez de Toledo, IV Señor de Mancera, entabló amistad con Fray Antonio de Heredia y le propuso el traslado del monasterio de Carmelitas Descalzos desde Duruelo a Mancera. Teresa de Jesús y Juan de la Cruz accedieron a este cambio e instalaron la clausura en Mancera el 11 de junio de 1570. Santa Teresa de Jesús pasó también por Mancera, en su viaje a la fundación de Salamanca en 1570, e hizo noche en la casa del Señor de Bracamonte.

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Teresa de Jesús, en su libro Fundaciones, habla de cómo Luis Álvarez de Toledo les proporcionó todo lo necesario para su creación. El 22 de Agosto de 1586, el cuerpo de Teresa de Jesús, en su traslado Ávila- Alba, descansa en el convento y se le atribuyen tres milagros: la curación de Fray Antonio de Santa María, que tenía unas fiebres muy altas, la curación de una vecina, ¿endemoniada?, que con la reliquia saca su mal y la curación de Juana Pacheco de Mendoza, Condesa de Peñaranda, enferma de garganta quien sana con un trozo de tela de la camisa de Teresa. Los carmelitas permanecieron aquí hasta el año 1600, cuando se trasladaron a Ávila.

Entre los años 1.605 y 1.610 se establecen en dicho convento los frailes de San Francisco de Paula, conocidos como los Mínimos, y llamaron a su convento Monasterio de Nuestra Señora de la Asunción de Mínimos, y permanecen en él hasta la desamortización de Mendizabal, el año 1.833.

Con la marcha de los Mínimos el convento queda abandonado, hasta el año 1.943, en que Santa Maravillas de Jesús lo reconstruye. En la actualidad, en el convento viven unas 20 religiosas dedicadas a la vida contemplativa.

+ Fontíveros

La fundación de un convento en Fontiveros, patria natal de San Juan de la Cruz, es más bien un hecho tardío al que se llega después de varias iniciativas que precedieron al establecimiento canónico de una casa en toda regla: una capilla conmemorativa, atendida por los religiosos del vecino convento de Duruelo (Ávila); un hospicio, aquel grado de fundación menos exigente en cuanto al personal y obligaciones; un convento en toda regla después de haber construido el edificio conveniente para albergarlo.

En realidad fue la canonización del Santo (1726) el motivo que más impulsó a los Superiores a decidirse por esta fundación. Dicho convento, adscrito a la provincia carmelitana de Castilla la Vieja, participa de forma regular cada tres años en los Capítulos provinciales y subsiste hasta el 1835, fecha en que fue suprimido por el Gobierno mediante una ley general de exclaustración Tuvo una existencia, por tanto más bien breve. Todo el edificio (iglesia y convento), ejemplar de la última arquitectura carmelitana del siglo XVIII junto con los conventos de Alba de Tormes (Salamanca) y Padrón (Galicia), subsiste aún en nuestros días y tiene diversos cometidos civiles excepto la iglesia conventual que es todavía lugar de culto sanjuanista adscrito a la parroquia local.

Camino de Santa Teresa de Jesús. Ávila
Camino de Santa Teresa de Jesús. Ávila

A tenor de lo que cuenta un documento fechado en 1724, hacia el año 1625, fray Francisco Martínez de Seijas, morador del hospicio de su Orden en Fontiveros y devoto del Santo, el cual se las ofreció a la Orden, un detalle éste confirmado por otra fuente: las actas del Capitulo provincial de Castilla la Vieja, celebrado en Ávila, abril de 1634; después de la beatificación del Santo (1675) se construyó una ermita en estas casas dedicadas al Santo entre los años 1679-1680, a cuyo cuidado y servicio del culto quedó encargado el convento de Duruelo, el cual siempre asistía a la fiesta anual de diciembre; el lugar sanjuanista por tanto, está bajo la tutela del convento de Duruelo entre los años 1680-1721, pero atendido directamente por dos mueres devotas de Fontiveros; para ayuda del culto se gozaba de una buena limosna de la Duquesa de Aveiro, madre de la Duquesa de Alba; nos trasmite las inscripciones primitivas de la pila bautismal y sepulcro de Gonzalo de Yepes, dentro de la iglesia parroquial; también otra inscripción existente a la puerta de la capilla del Santo deja entender que antes de la construcción del moderno edificio, la Orden podía contar en Fontiveros con estas propiedades seguidas o terrenos juntos para llevar a cabo su propósito: la antigua ermita de finales del siglo XVII dedicada al Santo, una plazuela delante de ella, 3 casas que diversos devotos habían donado en vistas de una futura edificación más amplia y 2 tierras también fruto de donaciones al Santo; – por último, ofrece una descripción muy detallada del nuevo edificio de convento e iglesia, cuya primera piedra había sido puesta el 30 de junio de 1721; pero no menciona en concreto los nombres de los arquitectos de la Orden que intervinieron en su traza y construcción.

En el año 1679 se terminó la edificación ( que tuvo un coste de 12.000 ducados). Es de típica estructura barroca con cabecera plana, crucero y una nave con capillas en el primer plano y coro alto a los pies. Es una copia en miniatura de la Iglesia de Sta. Teresa y el convento de S. José de Ávila.

Para esta capilla se costeó un retablo (que hoy persiste) en cuyo sitio principal se colocó la imagen del Santo representado como Doctor Místico con libro y pluma; inclinada la cabeza, con la mirada abstraída y clavada en las alturas de donde recibe la inspiración. Enseña un pie desnudo con la sandalia muy abierta de los descalzaos y viste el hábito pardo y la capa blanca corta de la reforma. Las calles laterales y el ático del retablo contienen varios lienzos, al parecer del mismo autor. En la izquierda aparece la Virgen con niño entregando el escapulario a S. Simón Stock, y a S. José sacando de la laguna al niño Juan cuando cayó en ella. A la derecha, la Virgen con Niño imponiendo la casulla a S. Ildefonso , y la Virgen sosteniendo a Juan en el milagro de la Charca de los Arenales cuando cayó en ella. En el ático S. Juan en éxtasis en el momento en el que Cristo le pregunta «¿Qué quieres por tus desvelos hacia mí? y Juan contesta «Padecer y ser despreciado por vos». A los lados los profetas Elías y Eliseo. Todas de segunda mitad del siglo XVII.

A la derecha y a la izquierda dos retablos dedicados a la Virgen del Carmen y Santa Teresa, de la misma época y escultor. En la capilla de la Izquierda un retablo con una imagen dolorosa, con dos pinturas de la aparición de S. Pedro de Alcántara a Santa Teresa y ésta con S. Juan en éxtasis ante la Trinidad. En la capilla de la derecha un retablo dedicado a S. José, con esculturas de S. Joaquín y Santa Ana y San Juan Bautista (S. XVIII).

Dos cuadros de Santa Teresa, el más antiguo (XVII) y San Juan (XVIII) sentados escribiendo bajo la inspiración del Espíritu Santo. En el Oratorio de los frailes dos esculturas de Elías y Eliseo (XVIII) y un san Juan (situado ahora en la sacristía) destinada antes de la imagen principal del retablo mayor a este convento.

Cerca la canonización, la pequeña ermita fue ampliada y se construyó el convento anexo, víctima de la exclaustración de 1835 y que después de haber sido casa-cuartel de la Guardia Civil, hoy alberca el IESO San Juan de la Cruz.

+ Alba de Tormes

El 1571 Santa Teresa de Jesús fundó su octavo convento de Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo u Orden de las Carmelitas, sitio en donde falleció el 4 de octubre de 1582 y en cuyo retablo mayor se exponen a la veneración de los peregrinos su cuerpo incorrupto.

Convento de Madres Carmelitas de la Anunciación. Sepulcro de Santa Teresa de Jesús. Museo Carmelitano: Teresa de Cepeda, la futura santa Teresa impulsó entre 1562 y 1582 una profunda reforma del Carmelo creando 16 conventos de monjas (17 si tenemos en cuenta el frustrado de Pastrana) y dos de frailes, y propiciando carmelos en los que las monjas se volcasen en la oración, fuesen cultas, e iguales entre sí. A mitad de camino en número y años del peregrinar fundando de una santa definida como inquieta y andariega, está la fundación en 1571 del octavo de sus carmelos, en el que se conservan en el retablo mayor el sepulcro, brazo y corazón de Teresa que aquí murió el 4 de octubre de 1582.

Camino de Santa Teresa de Jesús. Ávila
Camino de Santa Teresa de Jesús. Ávila

Impulsaron la fundación como patronos Francisco Vázquez y Teresa de Laíz, el primero cristiano nuevo y receptor en la Universidad de Salamanca, la segunda, mujer de peculiar carácter que al no tener hijos empujó al contador y a su propia familia (los Aponte) a fundar este convento. Juana de Ahumada (hermana menor de la Santa) y su marido Juan de Ovalle, que vivían en la villa, mediaron en la fundación.

La misma Teresa indica: «Púsose el Santísimo Sacramento e hízose la fundación día de la conversión de san Pablo, año de 1571, para gloria y honra de Dios, adonde –a mi parecer– es su Majestad muy servido. Plega a él lo lleve siempre adelante». Antes, el 3 de diciembre de 1570 se otorga la Escritura de Fundación estableciendo que los fundadores darán las casas en las que viven, y otras. Más diversas donaciones y juros, y harán “la capilla e altares della e cuerpo de Yglesia a su costa”.

Una tradición albense sitúa a Teresa en Alba en enero de 1571, supervisando las obras conventuales a las que Juan de la Cruz ayudaba con sus manos como albañil, con la oración y confesando a las monjas. Construyó a la vez el convento material y el espiritual, poco más de un siglo después se levantó frente al de monjas el convento de frailes, el primero dedicado a Juan de la Cruz.

La casa e iglesia de Alba testimonian que santa Teresa partía de premisas claras que postulaban una arquitectura a la que cuadraban por igual los adjetivos de austera y esencial. Y su templo tiene dos partes claramente diferenciadas:

La primitiva hecha entre 1571 y 1582, interiormente llegaba hasta el actual púlpito e incluye nave y anterior capilla mayor. La actual nave es alargada y tiene armadura de madera atirantada, más una primitiva capilla mayor cuadrada, que cubre con bóveda nervada con combados y claves ornadas que señalan es obra trazada por Rodrigo Gil de Hontañón.

Sacristía, crucero, cúpula y presbiterio, con sus correspondientes retablos, más dos camarines (alto y bajo), producto de una ampliación barroca hecha entre 1670 y 1680. Tras la muerte de Santa Teresa, la iglesia -proyectada como panteón del matrimonio fundador- se transformó de facto en su panteón y su sepulcro pasó a ser motor de las reformas del templo. Con la canonización de 1622, el culto aumentó considerablemente, resultando la pequeña iglesia insuficiente para acoger a los peregrinos y finalmente se hizo necesario, tras desmontar la anterior capilla mayor y romper el muro del testero de la cabecera antigua, agrandar el templo, lo que se hizo con la ayuda del Felipe IV y su esposa, María de Austria, y por ello esa zona se ha llamado “la Obra Real”. El proyectista fue el carmelita Juan de San José (autor de las trazas del convento de Carmelitas de Peñaranda, 1667).

Para el cuerpo de la Santa se reservó en el nuevo retablo mayor el lugar principal sobre el tabernáculo y como transparente y en el cuerpo bajo, tras dos puertas abiertas a ambos lados del altar, se exponían el brazo y el corazón de santa Teresa. El retablo es uno de los más singulares ejemplares de nuestra retablística, y permitía que las monjas venerasen directamente cuerpo, brazo y corazón desde los dos camarines superpuestos (hoy el brazo y el corazón están juntos y pueden verse de una forma privilegiada desde el camarín alto). Como acercamiento a la figura de la Santa y al rico patrimonio artístico del convento se ha abierto en junio de 2014 un MUSEO CARMELITANO: TERESA DE JESÚS EN ALBA DE TORMES, que tiene tres ámbitos. En primer lugar una Sala de santa Teresa, que recoge obras de contenido espiritual e incluye la celda donde murió, en la que quedó instalada cuando llegó gravemente enferma el 20 de septiembre de 1582. Otro ámbito del Museo está en los dos citados camarines y salas anexas, y un último espacio en un contiguo edificio de tres plantas que recoge pintura, escultura, orfebrería y ornamentos, estandartes y otros objetas de la vida conventual.

Basílica de Santa Teresa: (siglo XIX): Sobre la huerta conventual y algunas casas del pueblo, con el impulso del obispo Tomás Cámara, el 1 de mayo de 1898 se puso la primera piedra de una Basílica Teresiana que proyectó uno de los más destacados representantes del historicismo arquitectónico decimonónico español, Enrique Mª de Repullés y Vargas. Un templo neogótico, con cripta y planta de tres naves, más dos de capillas, crucero con hastiales poligonales, profunda cabecera con girola y una capilla anexa al modo de la burgalesa del Condestable, que confundía su planta baja con la de la girola. Remataba el edificio proyectado un descomunal cimborrio rodeado de cuatro torres, a las que debían sumarse las dos de fachada entre las que se disponía un pórtico doble. Las obras, tras la muerte del obispo Cámara en 1904, fueron a un ritmo muy lento y se pararon en diciembre de 2014, reanudándose entre 1927-1932, en el episcopado de Frutos Valiente. Después volvieron a interrumpirse y entre 2007 y 2010 se retomaron cerrando el presbiterio y la capilla absidal con un proyecto de Ricardo Pérez Rodríguez-Navas que se aleja del de Repullés y Vargas.